lunes, 27 de octubre de 2008

SONIDO.SILENCIO.

SONIDO. SILENCIO.

El sonido de la vida, los colores.
Lo acabado. Los jeroglíficos.
Unas pestañas largas. El sonido de una envoltura.
El sonido es mudo. Es oscuro. Llamativo.
Es un indigente pidiendo limosna fuera de una iglesia.
Es un regalo maravilloso. Una flor.
El sonido es poesía. Tormenta.
Alegría y penitencia.
Dolece y marchita.
El sonido consume el alma.
Como la soledad.
El sonido. La soledad. El silencio.
Todos duelen.
Como duele el admirar a la cien veces mejor nueva mujer de tu antiguo amor.
El silencio busca la perfección.
Busca lo infinito.
Pero no puede.
Lo interrumpe su propia e inminente soledad.
Solo le deja para usar la imaginación.
Una guerra que lucha.
La imaginación que le queda en esa lucha campal contra el sonido, la usa y crea aves.
“Me gustan las aves” –le dije un día a él- “y las mariposas”
El silencio de la vida nos envuelve a ambos.
Un cruce peligroso. Tengo miedo.
Es un laberinto mortuorio. Es una colorida sabina.
Sonido.
Silencio.

Si hubieras abordado el autobús un poco antes, podríamos haber hecho maravillas con tus sueños infinitos, y con mis sencillas letras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

déjame decirte kathy de obsidiana que este texto es de lo mejor que han visto mis ojos y pues dale duro