viernes, 31 de octubre de 2008

Desnudo mi cuerpo. Desnuda mi alma...

Además de “en el camión” me gusta escribir después de bañarme. Cuando aún algunas gotas de agua recorren mi desnudez, y se deslizan por mis piernas, mis hombros, mi espalda, mis senos mi vientre y mi sexo, que parece selva negra, y húmeda por el rocío de la madrugada.
Me gusta escribir desnuda. Tal como me siento cada vez que escribo, porque pongo mi alma en mis letras, desnudo mi alma, escribiendo.
Cada letra se va deslizando por, y sobre mi alma, tal como si fueran las manos de un amante posándose sobre mi cuerpo. Si escribo, siento como si ese mismo amante fuera despojando mi cuerpo de las ropas que lo cubren.
Cada centímetro de piel oculta, va revelándose a sus ojos. Cada lunar va descubriéndose ante su mirada, tomando nuevos significados. La esencia entera de mi piel va gritando alabanzas y conjuros, invocando orgasmos místicos, y de letras.
Así me pasa cuando escribo. Desnudo mi alma. La luna, lesbia, me ayuda algunas veces. Y me gusta hacerlo, escribir, también por las mañanas, cuando regreso a mi habitación después de un baño. Envuelta en una toalla húmeda, como un sexo excitado. O sin nada encima, sólo yo y las letras, sintiendo cada centímetro de mi alma. Plasmándola toda.
Me gusta escribir desnuda.
Desnudo mi cuerpo, desnuda mi alma; y las letras cubriéndola delicadamente; como lo hacen tus ojos, posados sobre mi desnuda, indescifrable espalda...